Doble vista

El señor Pock salió de su casa a las 6 en punto, con rumbo al norte. Usaba su pantalón caqui, camisa sobria y corbata oscura apeluchada. Katy salió de su casa a las 6:15, con rumbo al sur, usando su falda a cuadros favorita y una blusa con la batiseñal. Los dos, sin conocerse, iban pensando en cómo los miraría la Luna esa noche. Diez minutos después, el Sr. Pock se detuvo para voltear arriba a su derecha. Katy, una cuadra atrás, levantó la vista hacia su izquierda.

La Luna se sentía jocosa esa noche. Y quiso hacerles una broma. Arrimó entonces a Katy cerca de Pock y, con un dedo del color argentino, tocó suavemente sobre el hombro derecho de éste.

—Perdone —dijo Katy, y el amor estaba en el aire.

—La perdono pero prometa que iremos a un motel —dijo el Sr. Pock, y el amor estaba en la carne.

De ese modo, Katy y Pock comenzaron su idílico romance. Eros estaba de vacaciones pero la Luna, por suerte, lo remplazaba…

 

 

Cuento escrito junto con Esteban Moscarda para el blog Breves no tan Breves, de Heliconia.

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