Padecieron una especie de ceguera selectiva, esa que oculta lo obvio a conveniencia.
Solo un ojo atento y perspicaz hubiese atado cabos.
Nada los hizo sospechar.
La reposición de Los Invasores en el canal líder, había tenido un éxito inusitado. Ganaba el rating y batía records de audiencia semana a semana.
La competencia no tardó en contraatacar: se podía ver Star Trek con William Shatner y Leonard Nimoy remasterizados y en HD full screen.
Se popularizó el saludo Spock. Los niños hacían el gesto Vulcano y los adultos utilizaban la frase: “Paz y larga vida”.
Los cines cambiaban las carteleras ante la demanda. En un mismo día, se podía elegir entre El Planeta de los Simios, La Guerra de los Mundos y Odisea en el Espacio.
Los programas sensacionalistas hacían entrevistas a Ufólogos expertos que explicaban de manera didáctica las experiencias del tercer y cuarto tipo aleccionándolos ante cualquier eventualidad.
“Fabio Zerpa tiene razón” sonaba de nuevo en todas las radios como el hit del momento. Andrés Calamaro no entendía nada.
Nada los hizo sospechar.
Nuestro método era bastante sencillo. Consistía en entablar un diálogo circunstancial sobre la posibilidad de una invasión extraterrestre encubierta.
La charla se desarrollaba más o menos de la siguiente manera:
—Te digo que es cierto. Están entre nosotros hace rato— decíamos.
El asombro daba paso a la burla y la burla los dejaba indefensos.
— ¿Una invasión extraterrestre? ¿Me estás jodiendo? ¡Pero por favor, no me hagas reír!
—Sí — respondíamos con crueldad y los hacíamos reír hasta que morían.
Así fuimos conquistando el planeta.
*Cuento escrito por Verónica Martínez y dedicado a este barbado con motivo de mi participación en la tercera parada del Colectivo sin chofer en Buenos Aires, Argentina. ¡Gracias muchas!