Un día en las costas me paseaba y de lejos vi que el Cristo me alcanzaba. Nos detuvimos a echar plática:
— Qué onda, qué buen look traes.
— Gracias, Yisus. Qué onda.
— Acá caminando sobre el agua, ¿tú?
— Saliendo del agua.
— Bien.
Nos miramos un momento, par de barbados en ropa holgada partiendo las olas y mirada al horizonte.
— ¿Y qué onda traes, mijo? — dijo.
— Pues acá, como tú, predicando el amor la paz y el amor otra vez.
— Pero yo predicaba también otras cosas, mano — reviró no muy contento pero se le bajó de volada lo airado.
— Pero a ti te pusieron como camote y te clavaron en las tablas, mi Yisus.
— No pues sí, pero morí por tus pecados.
— Por pecados de alguien más pero no los míos — dije sabihondísimo citando a Patti Smith.
— Esa Patti siempre tan rebelde, buenísima su onda — respondió el mesías como leyendo mi mente.
— Gaacho el Horses es la onda.
— ¡Cómo ñooo, mijo. Cómo ñoo!
Y habiendo juntos mirado hacia arriba como esperando que nos cayera la melodía, ambos barbados greñudos uno de bata vintage y otro de jeans viejos, nos alejamos por la orilla del de Galilea tarareando, sincronizados as hell, la de Satélite de amor:
Oh, oh, oh
Satélite de amor
Oh, oh, oh
Fade out and FIN.
Lo disfruté y me hizo reír.
Me gustaMe gusta