¿Ley antidoblaje? Suena tan ridículo como el slogan de «apoyar a cine (comercial) mexicano» solo porque sí.
Nadie nos está quitando derechos ni suprimiendo libertades de elección. Mucho menos libertades y derechos que están en la ley desde hace más de 20 años.
Formatos caseros y streaming
El contenido con doblaje en español se suele otorgar como opción para el consumidor en los formatos de home video y VOD, donde cada uno de los usuarios finales decide —o debería decidir— cómo desea disfrutar del cine, televisión, documentales, etc.
Se suele dar por entendido (mañosamente) que cualquier película o producción que esté hecha con técnicas de animación es, per se, producto infantil (por ejemplo, el ánime japonés) y requiere estar prominentemente distribuida doblada al español.
En salas de cine
La libertad de elegir cómo queremos ver una película (doblada o subtitulada) depende de cualquier cosa menos de nuestro libre albedrío: está sujeta a criterios de distribución y exhibición; es decir, de la manera en que la distribuidora negocia el volumen de exhibición con las salas de cine. Aquí, por lo general, los exhibidores dan ventaja a las versiones dobladas al español —por las razones que sean—. Pensemos en los muchos estrenos solo se exhiben en idioma original en ciertas zonas seleccionadas de la ciudad —ya ni digamos en el interior del país— haciendo que la gran mayoría de las salas tengan el estreno con doblaje en español.
El sentido común y la ley nos dice que una película extranjera se debería exhibir en idioma original con subtítulos en español, y que el doblaje le corresponde a los documentales educativos o películas dirigidas al público infantil, que no necesariamente incluye el cine de súper héroes, (sin dejar de lado que el doblaje también es para personas con dificultades visuales o de lectura en cualquier contenido); sin embargo, tanto distribuidoras como exhibidoras ponen sus propias reglas y deciden doblar al español según criterios de mercado que suelen responder a frases del tipo “pues así lo pide la gente” y listo. ¿Cuál gente, dónde, qué tanto piden? Quién sabe.
Breve momento de teorías de conspiración. ¿Tratos entre agencias de doblaje y exhibidoras, entre distribuidoras y exhibidoras? ¿Tener más copias con doblaje al español asegura más tiempo en cartelera y mayores ganancias? Recordemos que la exhibidora se queda con el 60% de la taquilla (y el distribuidor con aproximadamente un 20% más), así que tener muchas copias de fácil acceso al idioma nativo podría asegurar unos fines de semana extra para la recaudación. Fin de las teorías de conspiración.
También hay que considerar que, a pesar de que es verdad que en México se hacen muy buenos doblajes al español también se suelen hacer doblajes de muy baja calidad en orden de reducir costos. Por ejemplo, un estudio de doblaje puede cobrar una tarifa de hasta 30USD el minuto, pero muchas distribuidoras prefieren re-negociar este precio hasta pagar unos 15 PESOS por minuto y apurar el proceso de entrega para tener el producto más rápido en cartelera. O simplemente tener estudios de doblaje dedicados exclusivamente a contenido de ciertas productoras o plataformas, produciendo muchas veces a destajo.
Estos son criterios para reducción de costos que se aplican generalmente en los doblajes para televisión, plataformas y formatos de video físico pero no deberíamos dar por descontado que se utilice también algunas veces para asegurar taquilla en salas de cine.
Este problema no tiene nada de novedoso. Desde 1997 el artículo 8 de la Ley de Cinematografía fue bombardeado por amparos de parte de distribuidoras para exhibir los estrenos con doblaje al español, y desde 2006 se volvió una costumbre que al día de hoy ha dejado más ganancias de las que imaginamos.
No existe ninguna ley antidoblaje, ni tampoco se está atentando contra fuentes de empleo (que de por sí se ven afectadas todos los días por las exigencias de la industria), sino más bien regresa a la memoria que desde hace mucho tiempo lo que pensamos era una preferencia lógica ha sido una ley pasada por alto y que ha derivado en un negocio redondo. Antes de reclamar con tanta pasión este tipo de regulaciones, habría que supervisar que la industria deje de anteponer sus intereses comerciales de formas tan descaradas. Aunque quizá sea más difícil de lo que pensamos.